domingo, 12 de diciembre de 2010

Fragmento de Retahílas, de Carmen Martín Gaite

Querer a una persona es quererla en lo que la separa de nosotros, e sus errores y calamidades, es quererla querer, empecinarse, es brega solitaria si lo vas a mirar, una pura pelea a tumba abierta contra las evidencias. Pero yo por Germán he peleado poco, me dejó de irritar hace ya mucho tiempo Antes sí, discutíamos, de niños sobre todo, le quería meter en la cabeza todas mis opiniones y deseos, ¡qué ganas de pegarle!; éramos muy distintos, sí, pero le quería ya hasta mucho después de acabar su carrera y yo la mía, aún seguía sin darlo todo por perdido, me obsesionaba la idea de sacarlo de sus casillas, de sus raíles, quería que descarrilara; un día él se dio cuenta y me dijo: “Pero a ti, ¿qué te pasa? ¿quieres que descarrile?”, y yo indignada: “Eso es lo que quiero, sí, justamente, mira por donde todavía das alguna en el cavo, que descarriles y te abras la cabeza”, y le quise pegar porque estaba tranquilo, se había echado a reír mientras hablaba y me sacó de quicio, aquello era quererle, ahora nunca me indigna. Y mediaba tu madre muchas veces: “Pero déjalo en paz, ¿no ves que él es así?”, sin darse cuenta de que contribuía a mi exasperación desde que se hizo novia de Germán por aquella tendencia suya a dejarlo a su aire, a aceptarlo como era. “No pretendo cambiarlo –decía- no te pongas pesada, cuando tú te enamores hablaremos, quieres lo que te dan y como te lo dan, exactamente eso es lo que quieres cuando media el amor, un día lo sabrás”, con aquella sonrisa contemporizadores como queriendo que se oyeran las palabras que decía, epro al mismo tiempo arriesgándolas a un torbellino donde todos hablaban mucho más alto, las perfilaba como avergonzándose de que pudieran herir, yo no sé si te acuerdas de la voz de tu madre, valiente pero tímida sin desafiar, qué encanto de mujer. Pero él la avasallaba; creo que le empecé a tomar aversión a fuerza de quererla a ella cada vez más, había que elegir entre los dos, no había más remedio, nunca pude mirarlos como aun grupo armonioso, la verdad yo no sé cómo ella lo aguantaba. Ni entiendo lo que busca exactamente tu padre en las mujeres, que a veces no parecen importarle en absoluto, ni cómo se ha podido casar con dos tan diferentes, ni si las ha querido ni cómo ni llevado de qué idea, es que no entiendo nada. Y tampoco me importa, ya te he dicho, en eso está el secreto.

Carmen Martín Gaite, Retahílas

No hay comentarios:

Publicar un comentario